Timmermans

vicepresidente ejecutivo responsable del Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans. EFE/ Stephanie Lecocq/ARCHIVO

¿Qué mundo queremos después del Covid-19? Por (*) Bertrand Piccard y Frans Timmermans

Arturo Larena - 16 abril, 2020

(*) Bertrand Piccard y Frans Timmermans.- La crisis del coronavirus ha generado mucho sufrimiento e incertidumbre, pero sus lecciones a posteriori nos brindan una oportunidad de romper con viejas costumbres y poner los cimientos de una economía sostenible y muy competitiva, aseguran el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans y Bertrand Piccard, fundador y presidente de la Fundación Solar Impulse. Esta tribuna es exclusiva, en su versión inglesa, para la red de portales EURACTIV.com, socio de EFE.

La crisis del coronavirus todavía no ha concluido pero mucha gente ya la está padeciendo: quienes se han contagiado y sus familias, el personal sanitario en la primera línea de combate, los trabajadores que han perdido sus puestos de trabajo, los autónomos y Pymes que se enfrentan a un futuro incierto, y las bolsas que se desploman.

Para muchos, es un momento trágico.  En estos momentos, nuestra prioridad debería ser luchar contra el virus garantizando al mismo tiempo que mantenemos a flote a nuestra economía y al sistema financiero. No obstante, al tiempo que comenzamos a salir de la crisis más inmediata, tendremos que relanzar nuestra economía lo antes posible, reactivando el funcionamiento de las cadenas de producción, para que la gente pueda reincorporarse a sus puestos de trabajo y vuelva a tener ingresos.

Eso nos coloca ante una disyuntiva ¿luchar sin cuartel para volver al punto de partida o intentar lograr una situación mejor?

¿Qué teníamos antes del COVID-19?

Una pesada economía lineal, generadora de emisiones de dióxido de carbono, luchando por aumentar las tasas de empleo y mejorar la calidad de vida, al tiempo que va agotando los recursos naturales, produce peligrosos residuos y contaminantes tóxicos, y pone en peligro a la población y a la industria, sin llegar a mencionar siquiera el cambio climático.

¿De verdad es eso lo que queremos recuperar?

Hay otro camino: apuntar a un crecimiento cualitativo, con una economía circular, sostenible y altamente competitiva. ¿Cómo lograrlo? Sustituyendo la vieja y contaminante infraestructura por una moderna, eficiente y limpia en todos los sectores: agua, energía, construcción, movilidad, agricultura y procesos industriales, por citar apenas unos cuantos.

Eso crearía muchos más puestos de trabajo y crecimiento de nuestro PIB que como lo hacíamos antes.

Por eso, es una falsa contradicción afirmar que el Pacto Verde es un lujo que no nos podemos permitir. Las inundaciones, las sequías, los incendios forestales, al aumento del nivel del mar y la desertificación nos golpearán duramente. Además, el desgaste de la naturaleza y el deshielo del permafrost nos enfrentarán a más virus desconocidos.

El repentino freno en la producción en masa y en el transporte, al tiempo que daña nuestra economía, nos proporciona una pequeña muestra de cómo serían las cosas si electrificásemos nuestra movilidad y recortásemos los combustibles fósiles en nuestra industria. Pero, en lugar de imaginarnos el aire puro en el centro de nuestras ciudades, ahora se puede ya, de hecho, olerlo.

El Pacto Verde es una estrategia de crecimiento que sirve también para proteger el medio ambiente. Las energías renovables y las tecnologías limpias son una enorme oportunidad económica e industrial con un futuro mucho más brillante que regresar a la economía basada en los combustibles fósiles, plena de incertidumbre e imprevisibilidad.

Una robusta red de energía renovable

¿Por qué es así? Porque las tecnologías limpias se financian a sí mismas, gracias a los ahorros de energía y recursos que ofrecen. Invertir en esa nueva infraestructura no es un coste, es una inversión, una manera de incrementar el beneficio para la industria, y de reducir el gasto para las personas.

Podemos construir una robusta red de energía renovable basada en la energía solar, geotermal, biomasa, marina y eólica, pero las posibilidades van mucho más allá.

Podríamos electrificar los puertos con energía “tierra-barco” para reducir las emisiones del transporte marítimo, instalar puntos de recarga para vehículos eléctricos y estaciones de abastecimiento de hidrógeno, fijar más estándares de eficacia para todo tipo de dispositivos, reducir el consumo energético de los edificios mediante sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado más eficientes, y con tecnologías más innovadoras de aislamiento, o con sistemas inteligentes para la protección solar en fachadas.

Podríamos ayudar a nuestros agricultores a modernizarse, para que puedan usar menos pesticidas y cuidarse así de nuestro medio ambiente, al tiempo que producen alimentos más saludables.

Esas tecnologías ya existen. Son apenas unos pocos ejemplos de la soluciones encontradas y seleccionadas por la Fundación Solar Impulse, y su reto #1000Solutions está ahí para demostrarlo.

No hacer “más de lo mismo”

Lo que necesitan esas tecnologías es un acceso más fácil a la inversión, a las licitaciones públicas coherentes con el Acuerdo de París, y normativas medioambientales favorables que creen en el mercado la necesidad de ese tipo de soluciones.

Retrasar estándares de emisión más estrictos para vehículos no ayudará a la industria del automóvil en un momento en el cual las ciudades están prohibiendo los motores de combustible y los clientes se decantan cada vez más por los coches eléctricos. Tampoco ayudará a la industria energética mantener operativas plantas generadoras alimentadas por carbón, mientras los precios de la energía renovable siguen cayendo.

Hacer más de lo mismo como paquete de salvamento no puede ser la respuesta.

En lugar de utilizar los paquetes de estímulo para apoyar el “business as usual” –aferrarse a modelos económicos obsoletos, e invertir en activos que pronto quedarán abandonados- tendríamos que invertir en la nueva economía para salir de la crisis en mejor forma de la que teníamos cuando entramos en ella, en buena forma para el futuro: sostenible, inclusiva, competitiva y preparada.

Nos ayudará a crear el mayor mercado industrial del siglo, ya que hoy en día resulta más rentable proteger el medio ambiente que destruirlo.

Podría ser nuestra mejor oportunidad para lograrlo.

(*)  Frans Timmermans vicepresidente primero de la Comisión Europea

(*) Bertrand Piccard, fundador y presidente de la Fundación Solar Impulse.

Versión en Español: Fernando Heller (@euroefe)

 

Fotografía principal: Timmermans en una foto de archivo de .EFE/ Stephanie Lecocq

Esta tribuna es exclusiva, en su versión inglesa, para la red de portales  , socio de EFE.

  

Eólica /b Lenna Mackenna para EFEverde

Lenna Mackenna para EFEverde

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